Los esclavos querían la libertad, una libertad IGUAL a la de
sus amos. Los negros querían IGUAL tratamiento que el que se dispensaba a los blancos;
las mujeres querían ser tratadas IGUAL que los hombres. Los oprimidos quieren
dejar de serlo y no para subyugar a sus opresores, sino para ser IGUALES a
ellos en derecho. Los homosexuales no piden más derechos que los
heterosexuales, sino los mismos.
Los que peleamos por los animales, no podemos pedir menos
que LA IGUAL CONSIDERACIÓN DE SUS INTERESES.
La igualdad puede plantearse en términos comparativos
(Steven Wise), de hecho nuestros tribunales refieren que la igualdad se juzga
entre iguales; por eso es necesario que en los intereses básicos como la vida y
la libertad, los intereses de los animales sean juzgados de acuerdo a la vara
que se usa para medir la vida y la libertad de los otros animales, en particular
del animal humano.
Al aceptar que los juicios éticos deben ser formulados desde
un punto de vista universal, estoy aceptando que mis propios intereses no
pueden, por el solo hecho de que son mis intereses,
contar más que los intereses de cualquier otro (Jorge Riechmann).
Estos planteos suelen tildarse de locos o de extremistas y
con ese mote, en su época, tildaron a Gandhi, a Martin Luther King, a William
Wilberforce, hasta a John Lennon lo tildaron de extremista por querer la paz.
Pero cuidado, hace siglos Víctor Hugo enseñaba que nada es
más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo, y hay un ejército
enorme dispuesto a defender estas ideas y marcar que el tiempo es hoy; si, un
ejército compuesto por los soldados más difíciles de vencer, los que no pelean
ni por ellos ni por el dinero.
"Apuesto a que los tuyos se rinden primero,
porque los soldados míos no pelan por dinero"
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