lunes, 23 de septiembre de 2013

El Progresismo, La Izquierda, Los Ecologistas y Los Débiles.

Como siempre, el discurso dominante nos viene haciendo creer “cosas”, “hechos”, “estados”, “situaciones”, etc., es así que siempre existen propagandistas que nos hacen creer que vivimos la mejor época de nuestra historia, en definitiva, eso es lo que hacen los propagandistas, convencernos de una verdad inexistente. Es así que solemos escuchar afirmaciones dogmáticas, que nos relatan situaciones de progresismo, recuperación de causas, defensa de los desprotegidos y postulados pseudo ideológicos en los que siempre “la derecha son los otros”. Estas afirmaciones, a menudo acompañadas de ciertos delirios mesiánicos, se completan con la cruenta descalificación del adversario, como para que ya no quede nada que discutir.
Afortunadamente, suelen cruzarse en nuestras vidas esas personas que pretenden ver más allá del discurso dominante, pensar nuevamente las cosas y examinar las razones o, según el caso, aportar nuevas “buenas razones”; si sus conclusiones son diferentes a las de la mayoría seguramente la pasaran muy mal, serán resistidos y atacados, pero, con bastante frecuencia –y a regañadientes-, la historia termina ofreciéndoles un formal perdón, les rinde un homenaje, muchas veces postumo, y le reconoce sus verdades, haciéndolas propias o usándolas de bandera (o en una bandera, que no es lo mismo).
No es nuestro objetivo, ni consideramos oportuno embanderar un discurso
político, aunque ya va llegando el momento, sí debemos reconocer que todos somos seres “políticos”; no interesarse también es una forma de serlo, y es por eso que en este espacio, ante todo, siempre tenemos latente la pregunta sobre los débiles, sobre TODOS los débiles. Una pregunta que seguramente puede, y debe, ser abordada desde diversos puntos de vista.
Ahora bien, debemos determinar quiénes son o pueden ser los débiles, cuál es el criterio determinante para ingresar en esa categoría. En entradas anteriores hemos aclarado por qué motivos creemos que el criterio determinante, con relevancia moral, para establecer cuándo alguien debe ser tenido en cuenta, es el sufrimiento, es decir, si alguien puede sufrir cumple con la condición para tener en cuenta sus intereses, al menos, su interés en no sufrir, quienes más estén expuestos a la posibilidad de sufrir, debieran ser privilegiados en caso de que los recursos de protección sean escasos. Esta regla se aplica independientemente de quién sea el portador de ese interés; no es válido descalificar un interés por el solo hecho de que no corresponda a los intereses de mi grupo de pertenencia.
La cuestión se pone más escabrosa cuando probamos que dentro del reino animal no es solo el humano el que puede sufrir, sino que es una característica que comparte con sus demás compañeros de grupo, los otros animales, los animales no humanos. Si queremos complicar más aún las cosas, diremos que solo los animales humanos pueden ser considerados “agentes morales”, mientras que el resto de los animales solo pueden ser “pacientes morales”, es decir, solo los humanos podemos motivar nuestras conductas de un modo diferente.

Llegamos a este punto, estaría bueno aclarar o fijar posición en algunas cuestiones:

Sos Ecologista?, Sí?. Entonces sabés que la ganadería produce más gases de efecto invernadero que todos los transportes del mundo sumados entre sí, no?. También sabés que la producción de carne es una de las formas más eficaces de desperdiciar agua, no?, un kilo de carne se lleva más de 16.000 litros de agua; comparativamente, según el grano en cuestión, con esa cantidad de agua podés producir entre 12 y 20 kilos de proteína vegetal, también lo sabías no?. Obvio que sabés como avanzan los desmontes de los bosques nativos a fin de expandir la frontera ganadera, no?, sea que el desmonte se produzca para criar ganado o para cultivar el alimento de los animales explotados por la ganadería.

Sos Progresista?, Sos de Izquierda?, Sí?. Bueno, entonces ya sabés, y te preocupa, que 45.000 personas cada día mueran de hambre, sabés, y te preocupa, que de esas 45.000 personas más de la mitad sean niños en edad escolar, niños como los tuyos, como tus nietos, como tus sobrinos… Sabés que cada año más de 1.000.000 de personas mueren por enfermedades vinculadas a la falta de acceso al agua, seguro que te parece aberrante que esto ocurra en el siglo XXI. También estás sabiendo, seguramente, que una enorme cantidad de agua y vegetales se invierten en la alimentación y “producción” de animales que servirán de comida para el 20% de la población mundial más pudiente, más acomodada y más privilegiada del mundo, ese sector de la población mundial que descansa en la comodidad de un statu quo que le brinda esos privilegios.

Y entonces?. Bueno, si sabés todo esto no tenés que suicidarte por no poder impedir el daño, hay una opción que puede compatibilizar la salvaguarda del planeta y la defensa de los derechos de los débiles. Esa opción, que de acuerdo a cómo lo veas es una obligación, es el VEGANISMO.

El veganismo no es una dieta, es una filosofía de vida que propone incorporar a la vida individual de cada uno los principios de la no violencia y la no discriminación, el respeto de los otros, sea cual fuere la especie a la que pertenezcan esos “otros”. De este modo, al tomar a los otros como fines en sí mismos y no como medio para fines ajenos, el veganismo no asume ni admite que los animales humanos o no humanos puedan ser utilizados, es decir, no pueden convertirse en ropa, comida, instrumentos de diversión u objetos de experimentación (pongámosle científica, aunque podríamos discutirlo).


Al no utilizar a los animales, reconociéndolos como fines, estamos abrazando la causa de los débiles, de los desprotegidos, de los desclazados. Qué ser capaz de sufrir está más débil y desprotegido que la vaca en la oscura línea del matadero que la conducirá a una muerte segura y anónima?. Si sabemos que “alguien” puede sufrir, podemos seguir justificando que ciertas especies, las no humanas, tengan que pagar nuestra satisfacción con su sufrimiento?.
Al mismo tiempo, si rechazamos la utilización de los animales cambiamos las reglas del juego, de la producción, si no usamos a los animales no tendrá tanto sentido producir esa proteína animal que solo puede pagar una pequeña porción de la población mundial, esto no es exagerado, si tenés trabajo y educación, si comés todos los días, si tenés un techo donde dormir, si tenés abrigo, acceso al agua potable, a internet y algún otro medio de información, formas parte del 20% más privilegiado del planeta y, lamento informarte, que gran parte de ese “confort” lo tenemos a costa del otro 80%, los granos y el agua a la que ellos podrían acceder de una forma económica, se invierten en la producción de ganado, pues algunos entienden que es más rentable, el problema es que esa rentabilidad se lleva la vida de otros humanos y la salud de nuestro planeta “gratuitamente”, pues el daño ambiental, social, ético y humano, no se paga en el “precio” del “producto”.
Eso no es todo, aún si perteneces o pertenecemos a ese 20% privilegiado, sabemos que dentro de esa elite, el recorte vuelve a producirse, conforme la lógica de la acumulación capitalista, en efecto, dentro de ese 20% la ganancia monetaria se la llevan unos pocos, muy poquitos, el resto se aferra como puede a ese grupo tratando de no caerse, pero esa ganancia que se llevan ellos,  no solo es a costa de los otros, de los que no acceden, sino de del daño ambiental que ese sistema va produciendo generando más muertes, más pobres a los que excluir, más terreno que destruir, mas vida que ya no será…
El veganismo lucha contra esa lógica, la de la exclusión, la explotación, la destrucción, la muerte de inocentes, el canje de sufrimiento por placer, en definitiva, te pares donde quieras pararte, el veganismo te ofrece pararte del lado contrario a aquél en el que está el abuso de poder, te ofrece no ser cómplice al mismo tiempo que te da las herramientas para la lucha, para el cambio, porque todas las revoluciones pueden empezar allí donde hay un revolucionario, uno de verdad, uno dispuesto a subvertir el orden establecido, el veganismo es esa revolución, una revolución que, además, no ofrece excusas para no hacerla, porque es una revolución que empieza en los propios hábitos individuales de la vida cotidiana, una revolución que podés, literalmente, empezar ahora.

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